Juan Manuel Solano Ortiz Tarea 5 Historia

 

Juan Manuel Solano Ortiz.                                                              29/09/2021.

LAS FORMAS DE SUBSISTENCIA:

INDUSTRIA Y DESARROLLO

Las formas de clasificar la historia han variado con el pasar del tiempo. Antes de solía clasificar con diferentes conceptos el progreso de las subsistencia en las sociedades humanas,- caza, ganadería, agricultura y comercio. Ahora podría decirse que ha variado un poco y se ha clasificado a ese proceso, en dos partes,- la revolución neolítica, que pone fin a la época de los cazadores-recolectores e inicia la de los agricultores, y la «revolución industrial», que marca el comienzo de los tiempos modernos-.

Según la visión tradicional la industria europea antes de la «revolución» habría tenido dos vertientes: la producción urbana y la rural, que serían de características muy diferentes. La industria urbana estaba dirigida por empresas de profesionales en la producción, dedicándose más bien a los productos en masa. En consecuencia se creaba un mercado de oferta y demanda complejo, que incluía venderse más barato o haciéndose propaganda. Por el otro lado estaba la industria rural en cambio, era de carácter doméstico y ocupaba a artesanos que trabajaban individualmente en sus telares o herrerías. El ámbito de su actividad era local, ya que intercambiaba sus productos con los excedentes de los agricultores de la propia comarca, directamente o vendiéndolos en el mercado más próximo.

Que la iniciativa de la producción estuviese en manos de los comerciantes explica en buena medida las diferencias de su evolución en unos u otros lugares.

Se ha podido decir que el período que arranca de fines del siglo XVII y cubre la totalidad del XVIII fue en Europa «la edad de oro de la industria rural», con una gran expansión de la producción industrial en el campo. En algunos casos empezaron a aparecer manufacturas para realizar determinadas operaciones, pero las más intensivas en trabajo se siguieron confiando a la esfera doméstica: era el primer paso que había de llevar hacia la fábrica.1

La revolución industrial se empieza a gestar debido a diversos motivos en los progresos tecnológicos, como los que ocurrieron  en la industria textil y en la siderurgia. En la máquina de vapor, la mecanización y el ferrocarril. La primera fase de la industrialización no sólo no tuvo por protagonista al vapor, sino que hizo un uso muy limitado de él. Posteriormente se puede señalar un rasgo de esos procesos de la industrialización y es la aparición de la fábrica: la gran unidad centralizada y muy especializada, con unos instrumentos de producción propiedad de un empresario, todo mediante el trabajo de “obreros” que son asalariados. Y aunque suene como una consecuencia de la máquina, la fábrica no es producto de la aparición de ella. La fábrica permitía, por un lado, sujetar y controlar mejor al trabajador, y hacía posible, por otro, eliminar la competencia del pequeño productor independiente o cooperativo, que no podía adoptar la tecnología cada vez más costosa que imponían los fabricantes.

 

Las cosas comenzaron a cambiar desde la primera mitad del siglo XIX como consecuencia del desarrollo de la industrialización de fábrica, que se inició en Gran Bretaña y se extendió en los siglos XIX y XX a otros no países europeos, como lo son  Estados Unidos y Japón.

Un paso más allá lo representarían las industrializaciones de los denominados países «socialistas» en el siglo xx. La necesidad de hacer un rápido salto adelante para competir con los países capitalistas avanzados, partiendo como lo hacían de condiciones muy desfavorables, les llevó a buscar fórmulas de industrialización con una planificación centralizada.

Al término de la segunda guerra mundial, comenzó una especie de aumento de la producción en muchos países,-sobre las grandes potencias mundiales como China, Estados Unidos, Inglaterra-, que ha perdurado todo ese  resultado hasta hoy, dándonos muchísimas comodidades y creando un mercado masivo en el que prácticamente toda la sociedad occidental ha absorbido. Son acciones de las que dependemos para el consumo.  Sin embargo el autor del texto nos pone en una pregunta con la que me gustaría quedarme y concluir:

                                               “¿De qué nos valen doscientos años de lucha

por las libertades políticas y por el gobierno

representativo, si lo fundamental para

nuestras vidas puede depender en el

futuro de unos consejos de administración

y de unos gestores sobre los cuales se puede

ejercer muy poco control social?” 2

 

El autor también nos comparte su opinión acerca de  que después de todos los procesos que han evolucionado respecto al tema de la producción, no debe o no sería muy lógico estudiar con los mismos mecanismos en que se estudiaron los procesos en el pasado.

 

 

 

(1)   Fontana, J. (2000). Las formas de subsistencia II. Tráficos y mercados. En J. Fontana, Introducción al estudio de la historia (pág. 152). Barcelona: Critica.

(2)   Fontana, J. (2000). Las formas de subsistencia II. Tráficos y mercados. En J. Fontana, Introducción al estudio de la historia (pág. 164). Barcelona: Critica.

 

 

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